La
importancia del Amor Al Projimo.
Cuando un grupo de fariseos le preguntaron a Jesús cuál era
el mayor de los mandamientos, él aprovechó para darles una enseñanza
fundamental sobre el tema: "El mayor mandamiento es: Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, y con todas tus
fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a
tu prójimo como a ti mismo, no hay otro mandamiento mayor que éstos"
(Marcos 12: 29-31).
Solo le preguntaron por uno pero el Señor les dio un segundo
que era tan importante como el primero.. "Amarás a tu prójimo como a ti
mismo", citando un pasaje del Antiguo Testamento (Levítico 19:18).
Entonces.. ¿Por qué respondió con dos mandamientos si solo
le pidieron uno? ¿No era suficiente con decir que amar a Dios era el
mandamiento más importante de todos? Según leemos. Desde la óptica de Jesús no
lo era. El Señor conocía muy bien la tendencia del ser humano a ser
"religioso".
Hoy día es muy común ver en las Iglesias cristianas a
creyentes participando fielmente de reuniones de adoración, hacen oraciones y
le cantan a Dios canciones que ciertamente buscan amarlo, pero más tarde
regresan a sus egocéntricas vidas.
Muchas de estas
personas están convencidas de que con solo amar a Dios es suficiente, y poco
les importa si dañan a otros. A veces los más devotos son los más viles en sus
relaciones, maltratan a sus familiares y con frecuencia hieren a sus amigos más
cercanos.
Jesús nos enseña que amar a Dios y amar al prójimo está
profundamente relacionado. Está claro.. Amar a Dios es el más importante de los
mandamientos, pero si realmente le amamos es inevitable que ese amor no se
desborde a los demás. La forma más sencilla de saber cuánto amas a Dios es
cuestionándote que tanto amas a las personas. Estas dos clases de amor no
pueden ir separadas, están íntimamente vinculadas, y es imposible tener una
sino tienes la otra.
¿Por qué es oportuno centrar la atención en el
mandamiento de amar al prójimo, y qué preguntas surgen?
Jesús luego mencionó
un segundo mandamiento que, como él mismo señaló, está muy relacionado con el
anterior: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39).
Es oportuno centrar
la atención en este mandamiento, pues hoy reina el egoísmo, que no es
otra cosa que amor mal dirigido.
En su descripción
inspirada de “los últimos días”, el apóstol Pablo escribió que las personas no
amarían a sus semejantes, sino a sí mismas, al dinero y los placeres, y que a
menudo ni siquiera tendrían “cariño natural” o “amor familiar” (2 Timoteo
3:1-4, Barclay, nota). De igual modo, Jesucristo predijo: “[Muchos] se
traicionarán [...] y se odiarán”. Y agregó: “Se enfriará el amor de la mayor
parte” (Mateo 24:10, 12).
No obstante, notemos
que Jesús no mencionó que disminuiría el amor de todos. Siempre ha habido y
habrá quienes le den a Jehová el amor que pide con todo derecho. Y como lo aman
de verdad, procuran ver a sus semejantes como él los ve. Ahora bien, ¿quién es
el prójimo al que debemos amar, y de qué maneras podemos hacerlo? Las
Escrituras nos ayudan a responder estas preguntas clave.
¿Qué dijo el apóstol Juan sobre el amor a
nuestros hermanos?
El apóstol Pablo
escribió: “Obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con
los que están relacionados con nosotros en la fe” (Gálatas 6:10).
Tenemos la obligación cristiana de amar a nuestra familia de
hermanos espirituales. Pero ¿cuánto importa que lo hagamos? El apóstol Juan lo
indica de forma contundente: “Todo el que odia a su hermano es homicida [...].
Si alguno hace la declaración: ‘Yo amo a Dios’, y sin embargo está odiando a su
hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no
puede estar amando a Dios, a quien no ha visto” (1 Juan 3:15; 4:20).
Son palabras muy
fuertes, y más si tenemos en cuenta que Jesucristo también llamó “homicida” y
“mentiroso” al Diablo (Juan 8:44). ¡Que nunca nos sean aplicables estos
términos!
¿De qué formas demostramos amor por nuestros
hermanos en la fe?
Los cristianos verdaderos “son enseñados por Dios a amarse”
(1 Tesalonicenses 4:9). No deben hacerlo “de palabra ni con la lengua, sino en
hecho y verdad”, “sin hipocresía” de ningún tipo (1 Juan 3:18; Romanos 12:9).
El amor nos mueve a ser bondadosos, compasivos, perdonadores y pacientes, así
como a evitar los celos, la presunción, la arrogancia y el egoísmo (1 Corintios
13:4, 5; Efesios 4:32).
También nos impulsa a servirnos mutuamente “como esclavos”
(Gálatas 5:13). Jesús mandó a sus discípulos que se amaran tal y como él los
había amado (Juan 13:34). De ahí que debamos estar dispuestos a dar la vida por
los hermanos si es preciso.
Cuando el
prójimo tiene nombre y apellido
¿Cómo cambian las cosas cuando se trata de
amar a una persona en particular en vez de a una colectividad?
No es difícil amar al
prójimo si lo tomamos como colectividad. Sin embargo, las cosas cambian cuando
se trata de amar a una persona en particular. En el caso de algunos, el amor al
prójimo se limita a los donativos que hacen a una determinada entidad de beneficencia.
Claro, es mucho más fácil afirmar que amamos al prójimo que amar de verdad a un
compañero de trabajo que nos trata con frialdad, a un vecino desagradable o a
un amigo que nos ha fallado.
ALGUNOS
PRINCIPIOS PARA DESARROLLAR EL AMOR AL PROJIMO
1.- RECONOCE QUIEN ES
TU PROJIMO
LUCAS 10:30 Respondiendo Jesús, dijo: un hombre descendía de
Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e
hiriéndolo, se fueron dejándole medio muerto.
Todo aquel que necesita de nosotros no solo material sino
también espiritualmente a ese debemos de socorrer, porque ayudándolo
demostramos amor verdadero y de eso Dios se agrada.
2.- NO IGNORESLA NECESIDAD DETU PROJIMO
LUCAS 10:31-32
31Acontecio que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndolo,
paso de largo. 32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y
viéndole, paso de largo.
SANTIAGO 2:9 Pero si hacen discriminaciones entre una
persona y otra, cometen pecado y son culpables ante la ley de Dios.
No importa las razones que el enemigo quiera poner en tu
corazón y en tu sentir, ya sean estas diferencias entre clases sociales o bien
enemistades, deberás desecharlas en el nombre de Jesús y disponerte actuar en
auxilio del necesitado. Por amor a Dios primeramente y luego a tu prójimo. Pues
debes de recordar que Dios nos ama con amor eterno.
3.- LLENATE DE BUENA ACTITUD Y ACTÚA EN BIEN
ANTELA ADVERSIDAD DE TU PROJIMO
LUCAS 10:33-34 33
Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido
a misericordia; 34 y acercándose, vendo
sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevo
al mesón y cuido de él.
No solo debemos de ver la angustia y el sufrimiento de
nuestro prójimo, sino que debemos de actuar, de la mejor manera que se pueda; o
como la necesidad lo amerite y lo
requiera. Cuidando, dando, restaurando, o sanando, recuerda que el amor y el
poder de Dios también mora en nosotros como sus hijos.
4.- NO TE LIMITES AL DEMOSTRAR AMOR A TU PROJIMO
LUCAS 10:35 Otro día
al partir, saco dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele, y
todo lo que gastes de más, yo te lo pagare cuando regrese.
Debemos de darlo todo con excelencia al tomar la buena
decisión de amar a nuestro prójimo apoyándolo en su necesidad, pero no
quedarnos ahí si no que llegar hasta verlo restaurado. Haciendo esto Dios te
compensará y te bendecirá.
CONCLUSION:
Debemos de clamarle a Dios que nos llene de amor y
misericordia hacia nuestro prójimo, pues necesitamos como hijos de Dios ese
mismo sentir que el tuvo por cada uno de nosotros y que por su inmenso amor y
misericordia dio en sacrificio a su único Hijo para que nosotros fuéramos
rescatados.
Demos pues un amor incondicional, desinteresado, no por
agradar al hombre, sino siempre pensando en que Dios nos lo demanda y de esta
manera hacer su voluntad como sus hijos.
Jesús también nos explica que no solo debemos amar a quien
nos ama, si no a quien nos odia, no debemos aplicar la venganza, y que aunque
nos lastimen no debemos hacer lo mismo que nos han hecho, incluso se nos manda
a no solo no vengarnos de quien nos hace daño, sino amar a nuestros enemigos, bendecir
a los que nos maldicen, hacer bien a quien nos aborrece y hasta orar por quienes
nos ultrajan y persiguen:
Mateo 5:38-48
“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os
digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la
mejilla derecha, vuélvele también la otra; 40 y al que quiera ponerte a pleito
y quitarte la túnica, déjale también la capa; 41 y a cualquiera que te obligue
a llevar carga por una milla, ve con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera
tomar de ti prestado, no se lo rehúses. 43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu
prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro
Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que
hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué
recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si
saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también
así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está
en los cielos es perfecto.”
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